El trabajo en los talleres de la voz humana nos invita a movernos en nosotros mismos de forma concreta, fisicamente, habitarnos por medio del ver, oír y percibir. Es una invitación al acto de ir a lo esencial, ¿Como habitar el invisible, contenido por la nada, que es accesible con el esfuerzo físico y audible?
Como punto de recepción, nuestro cuerpo físico y la relación del esfuerzo de atravesar nuestras historias, para estar ahí a travez del otro y los otros.
A partir de donde estamos se comienza el trabajo, no es necesario tener aptitudes artísticas o de ningún tipo. Presentándonos tal como somos estaremos trabajando la persona tal como es, de esta forma vamos a escuchar, percibir, y habitar la voz, y no que la voz sea como queramos que sea. Puesto que todos estos movimientos de voluntad, deseos, intensiones, etc. son lo que impide que la voz humana se escuche.
La voz es uno de los medios, como la música, que de repente te toca, lo mismo la voz te toca, y cuando te tocas, tocas a los otros. Hay toda esta otra dimensión en el trabajo, tu haces el esfuerzo pero no se queda en ti, es también para los otros. Tu esfuerzo es valido, ya para el mundo, el hecho de que tu trabajas esa cosa de ti, estas trabajando esa cosa que yo tengo en mi.